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¿Cómo es la gestación subrogada en Canadá? ¿Cómo son las gestantes? ¿Quiénes son los hombres y mujeres que reciben su ayuda?

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La foto que encabeza este artículo es una foto feliz. Se tomó unos días antes del nacimiento de la pequeña A., que ahora tiene unos días de vida.

En la imagen aparece embarazada K., una mujer canadiense de 43 años, su hija S., de 5 años, que la abraza; y nuestros queridos T. y X., una pareja catalana que confió en INTERFERTILITY a comienzos de 2015 y que hoy, por fin, han conseguido ser padres. Es la última foto antes de la llegada al mundo de A. y refleja muy bien cómo se vive la gestación subrogada en Canadá.

Al contrario de lo que publican los medios de comunicación, ni T. ni X. son millonarios. X. es educador social; y T. trabaja para la Generalitat a media jornada en labores técnicas.

K. tampoco es millonaria, aunque su poder adquisitivo quizá sí sea un poco mayor que el de la pareja de españoles a quienes ha ayudado a ser padres. Ella es entrenadora deportiva y trabaja en un gimnasio.

K. tuvo a su hija de forma algo tardía, ya rozando los 40, y cuenta que es algo que dio un nuevo sentido a su vida. La niña ha seguido con curiosidad el embarazo de su madre, y se ha encariñado con estos dos extranjeros que han aparecido en su mundo a raíz del proceso de gestación subrogada. X. explica que la pequeña S. ahora sólo quiere que le suene los mocos él, pero que probablemente sea “porque me da corte apretar y su madre es más directa”.

¿Por qué una mujer como K. decidió gestar a la hija de unos desconocidos que viven en la otra punta del mundo? ¿Por qué, como ella, cada vez más mujeres canadienses se embarcan en esta aventura año tras año?

La respuesta es compleja. La legislación canadiense no permite una negociación económica como tal, así que el motivo financiero queda prácticamente descartado. Es cierto que se aceptan una serie de reembolsos más o menos relacionados con el embarazo que llegan a sumar, aproximadamente, 14.000€ de media (quizá algo más si la gestante debe estar de baja y no puede trabajar, si sufre una cesárea…). Pero 14.000€ para una mujer canadiense como K., con una vida estable, no parece una cantidad muy motivante; y además los importes deben justificarse con facturas y tener relación con los gastos que el proceso conlleva para ella. Así que debe de haber otros motivos

Las gestantes canadienses suelen dar siempre razones similares, tales como “ayudar a otros a conseguir lo que yo más valoro en la vida”

K. es plenamente consciente de que sin ella, la pequeña A. no existiría. Sin esos 9 meses de cuidados, sin el riesgo físico y psicológico al que se ha visto sometida, sin el tratamiento hormonal, sin las náuseas y las inyecciones… Sin todo ese esfuerzo, X. y T. no serían padres, no tendrían la familia que soñaron durante años. Y para K., como para tantas otras mujeres, parece que hacer felices a otros merece la pena. La mayoría de las personas no realizarían un acto altruista de este tipo, pero ellas sí.

Además, las gestantes en Canadá reciben un reconocimiento social. Quizá en España las tacharían de locas o se buscarían motivos ocultos para desmentir su altruismo; pero en Canadá reciben el aplauso de sus amigos, familiares y compañeros de trabajo. Las empresas que ejercen de consultoras en el proceso (en Canadá no se pueden llamar agencias) organizan constantemente encuentros, grupos de Facebook, actos públicos. Hay toda una cultura de la gestación subrogada como acto de generosidad, como “fiesta” en torno al embarazo. De hecho, todas las gestantes deben haber pasado por uno o varios embarazos propios antes de ayudar a otros. Y para todas debe haber sido una experiencia positiva y que quieran repetir. De nuevo, en España muchas personas las tacharían de locas; pero lo cierto es que hay un porcentaje de mujeres para quienes el embarazo es el mejor estado posible, que quieren sentirlo de nuevo, y que si no desean tener más hijos propios, valoran poder experimentarlo gestando a los hijos de otros. Al menos, así lo explican ellas.

Volviendo a X. y T., ya sabemos que no son millonarios, pero ¿cómo han llegado hasta aquí? Su camino comenzó intentando adoptar en su propio país. Llegaron incluso a tener un hijo asignado, pero el proceso de adopción se paralizó en el último momento porque la Generalitat detectó que su residencia estaba demasiado cerca de la familia de origen del pequeño. Aún así, lo siguieron intentando. Cuando se les fue a asignar otro niño, los técnicos de adopción supieron que X. acababa de sufrir un infarto y les retiraron la idoneidad.

Así que en su país, X. y T. nunca hubiesen podido ser padres. Imposible. No importaba que su proyecto vital fuese formar una familia. Daba igual que hubiese mujeres dispuestas a ayudarles. Era indiferente cuánto estuviesen dispuestos a sacrificar para cumplir su sueño. En España, ninguna mujer podría gestar a su hija. La pequeña A. en España sería obligatoriamente hija de la gestante, aún contra la voluntad de esta.

Así que X. y T. tuvieron que “emigrar” a Canadá para encontrar a una mujer, K., que sí les consideró idóneos y decidió ayudarles. Todo el proceso lo han podido realizar desde Barcelona, con constantes llamadas, videoconferencias y mensajes de Whatsapp. Ha sido un proceso largo, en el que han participado muchísimos profesionales (doctores, abogados, psicólogos, traductores, trabajadores sociales, coordinadores… tanto en España como en Canadá), pero entre todos los hemos conseguido.

Ahora X. y T. están preparando la vuelta a casa. La niña ya es canadiense y tendrá sus dos apellidos. Sabemos que podrá vivir feliz con sus dos padres en Barcelona, que tendrá acceso a la educación y a la Seguridad Social… aunque no está muy claro cuándo será reconocida en España como hija de sus dos padres catalanes. Puede que deba tener una tarjeta de identificación como extranjera durante un tiempo. Porque el gobierno español todavía no se ha puesto a regular una realidad que ya es imparable.

Decenas de niñas y niños como A. llegan a España cada año fruto de amor y solidaridad gestados en Canadá… y lo van a seguir haciendo.

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Aclaración legal sobre la situación de la pequeña A: Según el país en el que nazcan los niños gestados por subrogación, su vuelta a España será más o menos sencilla legalmente. En Canadá nos encontramos ante un vacío legal (llegan a España como canadienses hijos de padres españoles), en Estados Unidos volverán como 100% españoles con los apellidos de ambos padres; y en Ucrania habrá que realizar un trámite de adopción intraconyugal para que sean reconocidos como hijos de la madre española.

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